El año pasado fue la locura con las galletas, tres comuniones y de novata todavía.
La hija pelirroja de un amigo, con sus pecas, melena lisa y tocado de flores, tal y como iba la niña.
Luego la de mi sobrino, moreno con cara de pillo y todo un marinerito.
Dos galletas para cada invitado, las tenían los comensales en el restaurante indicando su sitio.
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Continué con las de mi ahijada que iba con capota.
Qué bonitas, seguro que están Riquísimas
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